I
Cada mañana es una huida en Valparaíso
la boca húmeda le arrebata los hijos
al vaho que destila por los rincones y
las escaleras juegan a esconderse
entre recovecos imaginarios
su piel huele a sangre
por las noches
el tango asoma de las cantinas
revelando historias
a la espera del fin los amantes se abrazan.
El sol es el verdugo de sus vidas
el signo de guardarse entre las paredes
y tatuar en ellas una nueva ausencia.
Las casas en Valparaíso se descuelgan
por laderas huidizas
se ríen de incrédulos
que temen por su muerte
expulsan sombras por ascensores y
se instalan en el imaginario de
los turistas,
las casas se sujetan a pulso
sus colores son los colores de
sus sueños.
II
Allá el tiempo es otro
en tu ausencia cada día
retengo arrimada tu imagen en el Cinzano
a la cerveza besándote
al hombre que canta entre las mesas
boleros antiguos
a mí descubriéndote a pedazos
sin saber que los años echarían raíces
y tu distancia fuera
como la de esas mujeres
las que esperan en el puerto sin saber
si Gardel volverá a susurrar su nombre
arrancándolas de lo cotidiano para
sumergirlas en una historia
de pieles y lenguas
con esa misma niebla que de extremo a extremo
cada noche oculta a Valparaíso.
Ellas no saben el fin de su espera
entretanto
dibujan a lápiz el borde de sus labios para
que no resbale el recuerdo
de un beso enamorado.
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