4/2/08

LA INTERMINABLE SECUENCIA DE UNA PARTIDA

I

Cada mañana es una huida en Valparaíso

la boca húmeda le arrebata los hijos

al vaho que destila por los rincones y

las escaleras juegan a esconderse

entre recovecos imaginarios

su piel huele a sangre

por las noches

el tango asoma de las cantinas

revelando historias

a la espera del fin los amantes se abrazan.

El sol es el verdugo de sus vidas

el signo de guardarse entre las paredes

y tatuar en ellas una nueva ausencia.

Las casas en Valparaíso se descuelgan

por laderas huidizas

se ríen de incrédulos

que temen por su muerte

expulsan sombras por ascensores y

se instalan en el imaginario de

los turistas,

las casas se sujetan a pulso

sus colores son los colores de

sus sueños.

II

Allá el tiempo es otro

en tu ausencia cada día

retengo arrimada tu imagen en el Cinzano

a la cerveza besándote

al hombre que canta entre las mesas

boleros antiguos

a mí descubriéndote a pedazos

sin saber que los años echarían raíces

y tu distancia fuera

como la de esas mujeres

las que esperan en el puerto sin saber

si Gardel volverá a susurrar su nombre

arrancándolas de lo cotidiano para

sumergirlas en una historia

de pieles y lenguas

con esa misma niebla que de extremo a extremo

cada noche oculta a Valparaíso.

Ellas no saben el fin de su espera

entretanto

dibujan a lápiz el borde de sus labios para

que no resbale el recuerdo

de un beso enamorado.

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