(a Francisca)
I
Coltrane rebota en las
marchitas fronteras del bar
mientras una joven caravana
a lo Morticia
incorpora a escena la
anacronía silenciosa de un
condenado a muerte.
Bien rojos los labios de las
cenicientas tan pálidas
como si las hubiesen concebido
mimos.
Yo me sitúo mentalmente y no
puedo evitar los ojos que de
vez en cuando franquean
on line
mis coordenadas
almendrados y oscuros
con brillo semejante quizás
sólo a una
salida
de sol
después de la lluvia
luego de los ojos
inevitablemente
todo su rostro
y en este punto
cualquier cosa pierde vigencia.
Sonrío con su sonrisa y
entre el jazz
su vocecita a
media lengua narra una
historia teñida
de la magia de
Francisca.
Como si la tuviese enfrente
ahora mismo
sus perlas brillosas me vigilan y
me alegro que no sean de su paisaje
aquellos que borronean
otras historias en la arena
o sobre cohetes y bombas
en el Medio Oriente.
II
Esos niños que
queriendo desaparecer
la inexistencia
juegan a comprender la guerra
y me alegro Francisca que
no estés ahora mismo escondida en
algún barretín de seguridad
sin esperar el mañana
sometida a la disciplina táctica,
sino que estés yendo
y viniendo a mi ánimo
de la mano de Parker ahora,
mientras
giro la copa lenta
y su ansia.
Qué cosa más extraña chiquita
la vida nos juntó aquí, en este
nudo de fronteras y de sangre
habría que dar las gracias
digo yo
porque no estás en el
otro paisaje,
ese que alcanzo sólo
a través de la pantalla
y confieso
que a veces se
me acaba el valor
presiono la tecla mágica
y escapo sigilosa entre
frecuencias anodinas
y es que algunos días
me vuelco a la lúdica mirada de
un príncipe imaginario
en vano intento de
escapar a la seducción de la partida.
Otra copa
cómplice taciturna de mis noches
y desde allí
abandono este tête - à – tête
con mi huérfana otra
al regresar a casa
a enterarme de las noticias
de la medianoche
para otra vez alegrarme
Francisca
que no estés en ellas.
El problema es
que nos creemos dioses
emulamos con envidia
al carpintero
sin tener la osadía de morir
olvidamos que fuimos engendrados entre
lenguas y caricias para
volvernos guiñoles de medio tiempo
desviando
si es que existe
el juicio
evadiendo a las sombras que
irrumpen las noches santiaguinas
ofreciendo rosas en las cantinas
o a los que se recuestan amortajados
bajo el puente.
En la tasca no están,
suprimiendo alientos de niños palestinos
ni proxenetas que acechan
a las esquinas
y tampoco tú Francisca que
seguro dormirás plácida
entregada a tus merecidos
mientras yo, a la pasión de un solo de saxo
que ahora mismo secuestra mis
vértices
Y qué importa si me dejo llevar
qué, si todo calza al final de
los días?
Algún día sentiré el olvido
porque la vida se viste de matices y
la poesía es
historia.
III
Al borde de la cordura:
el abandono.
Henos aquí, pequeñita
dejándote inconclusa una
tela de Da Vinci
de esas que traspasan la ciénaga baldía
cuya mirada es un misterio
a todas voces
y heredándote un irremediable derrotero
que circula por las calles
cuyas intenciones son el
misterio de un cuento de Wells.
La poesía concede aliento
a la escena
debes estar preparada
ella baila sobre un hilo invisible
y sabrás de su silueta
en un relato de Borges
o en la mirada a lo Humphrey Bogart
que un hombre que no conozcas
dedicará a las féminas de algún bar.
Todo
está
suspendido
la historia ha decidido que
así ocurra al menos por ahora y
sea de justicia abandonar por unas horas
las ofensivas que nos habitan.
La realidad nos cobija sin rebozo
más bien
nos destierra desnudos a la intemperie
cada mañana
como piezas de un ajedrez inmenso
con el único fin de mantenernos
en el maldito juego.
La rebeldía
Francisca
traza los tonos en la
tela de los artistas.
Te conjuro
a dormir unos cien años
y te despiertes en otro cuento
con mejor argumento y la
poesía sea el pulso de los
personajes que actúan
entonces las cosas cambien
y esta mala novela quedará
atrapada en un libro sin nombre.
Te encontrarás con una pieza de Miles
destilando por los muros citadinos
y esa búsqueda que emprenderás
(la de tus propios sueños)
no será silenciada por misiles
que contengan dibujos
de otros niños guerrilleros.
Así sea.
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