4/2/08

INTERFERENCIAS IN SITU

(a Francisca)



I

Coltrane rebota en las

marchitas fronteras del bar

mientras una joven caravana

a lo Morticia

incorpora a escena la

anacronía silenciosa de un

condenado a muerte.

Bien rojos los labios de las

cenicientas tan pálidas

como si las hubiesen concebido

mimos.

Yo me sitúo mentalmente y no

puedo evitar los ojos que de

vez en cuando franquean

on line

mis coordenadas

almendrados y oscuros

con brillo semejante quizás

sólo a una

salida

de sol

después de la lluvia

luego de los ojos

inevitablemente

todo su rostro

y en este punto

cualquier cosa pierde vigencia.

Sonrío con su sonrisa y

entre el jazz

su vocecita a

media lengua narra una

historia teñida

de la magia de

Francisca.

Como si la tuviese enfrente

ahora mismo

sus perlas brillosas me vigilan y

me alegro que no sean de su paisaje

aquellos que borronean

otras historias en la arena

o sobre cohetes y bombas

en el Medio Oriente.

II

Esos niños que

queriendo desaparecer

la inexistencia

juegan a comprender la guerra

y me alegro Francisca que

no estés ahora mismo escondida en

algún barretín de seguridad

sin esperar el mañana

sometida a la disciplina táctica,

sino que estés yendo

y viniendo a mi ánimo

de la mano de Parker ahora,

mientras

giro la copa lenta

y su ansia.

Qué cosa más extraña chiquita

la vida nos juntó aquí, en este

nudo de fronteras y de sangre

habría que dar las gracias

digo yo

porque no estás en el

otro paisaje,

ese que alcanzo sólo

a través de la pantalla

y confieso

que a veces se

me acaba el valor

presiono la tecla mágica

y escapo sigilosa entre

frecuencias anodinas

y es que algunos días

me vuelco a la lúdica mirada de

un príncipe imaginario

en vano intento de

escapar a la seducción de la partida.

Otra copa

cómplice taciturna de mis noches

y desde allí

abandono este tête - à – tête

con mi huérfana otra

al regresar a casa

a enterarme de las noticias

de la medianoche

para otra vez alegrarme

Francisca

que no estés en ellas.

El problema es

que nos creemos dioses

emulamos con envidia

al carpintero

sin tener la osadía de morir

olvidamos que fuimos engendrados entre

lenguas y caricias para

volvernos guiñoles de medio tiempo

desviando

si es que existe

el juicio

evadiendo a las sombras que

irrumpen las noches santiaguinas

ofreciendo rosas en las cantinas

o a los que se recuestan amortajados

bajo el puente.

En la tasca no están,

ni las bombas

suprimiendo alientos de niños palestinos

ni proxenetas que acechan

a las esquinas

y tampoco tú Francisca que

seguro dormirás plácida

entregada a tus merecidos

mientras yo, a la pasión de un solo de saxo

que ahora mismo secuestra mis

vértices

Y qué importa si me dejo llevar

qué, si todo calza al final de

los días?

Algún día sentiré el olvido

porque la vida se viste de matices y

la poesía es

historia.

III

Al borde de la cordura:

el abandono.

Henos aquí, pequeñita

dejándote inconclusa una

tela de Da Vinci

de esas que traspasan la ciénaga baldía

cuya mirada es un misterio

a todas voces

y heredándote un irremediable derrotero

que circula por las calles

cuyas intenciones son el

misterio de un cuento de Wells.

La poesía concede aliento

a la escena

debes estar preparada

ella baila sobre un hilo invisible

y sabrás de su silueta

en un relato de Borges

o en la mirada a lo Humphrey Bogart

que un hombre que no conozcas

dedicará a las féminas de algún bar.

Todo

está

suspendido

la historia ha decidido que

así ocurra al menos por ahora y

sea de justicia abandonar por unas horas

las ofensivas que nos habitan.

La realidad nos cobija sin rebozo

más bien

nos destierra desnudos a la intemperie

cada mañana

como piezas de un ajedrez inmenso

con el único fin de mantenernos

en el maldito juego.

La rebeldía

Francisca

traza los tonos en la

tela de los artistas.

Te conjuro

a dormir unos cien años

y te despiertes en otro cuento

con mejor argumento y la

poesía sea el pulso de los

personajes que actúan

entonces las cosas cambien

y esta mala novela quedará

atrapada en un libro sin nombre.

Te encontrarás con una pieza de Miles

destilando por los muros citadinos

y esa búsqueda que emprenderás

(la de tus propios sueños)

no será silenciada por misiles

que contengan dibujos

de otros niños guerrilleros.

Así sea.


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